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De acuerdo con las autoridades, se acusará de homicidio por negligencia a un piloto que sobrevivió a un accidente de biplano en el año 2004. El piloto Mark Strub sobrevivió al accidente de avión ocurrido el 28 de agosto de 2004, en el que el pasajero Kimberly Reed perdió la vida. El día del accidente, Strub prestaba de forma voluntaria su tiempo y su avión para ofrecer paseos gratis de diez minutos como parte del Children’s Miracle Network Balloon Rally (Festival de Globos en Beneficio de la Red de Niños Milagro) del año 2004 en la ciudad de Wisconsin Rapids.

Reed no fue el único pasajero que subió al Stearman (Boeing) PT-13 de Strub ese día del 2004. Tres personas abordaron el avión antes que Reed y pasearon gratis en el avión sin ningún incidente. De acuerdo con el informe presentado sobre el accidente Causa Probable del Consejo Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB por sus siglas en inglés), Reed le pidió a Strub, específicamente, un vuelo acrobático que implicó que tanto el piloto como el pasajero usaran paracaídas.

El avión que transportaba a Strub y Reed subió hasta alcanzar casi mil metros sobre el nivel del suelo (AGL por sus siglas en inglés) y Strub realizó una serie de acrobacias en el aire, incluyendo un rizo, un ocho cubano, y dos cabeza de martillo. Después del exitoso vuelo, Strub llevaba a su pasajero de regreso al aeropuerto. Al volar sobre el río de Wisconsin a una altura de quince metros y medio, el avión golpeó cables de alta tensión. El avión –con ambos a bordo– cayó en picado al Lago Nepco. El avión se sumergió en el agua un metro o metro y medio, más o menos. Se cree que Reed perdió la vida al momento del impacto. Strub sólo sufrió lesiones menores.

Según la tradición, los profesionales de seguridad aérea y las asociaciones manifiestan que no existe relación alguna entre el asiento en el que viaja y el grado de riesgo que corre en un accidente aéreo. Sin embargo, La revista Popular Mechanics dirigió un estudio basado en mapas de asientos y reportes de la Junta Nacional de Seguridad del Transporte (NTSB por sus siglas en inglés) de tres décadas y media. El estudio sugiere que la sección posterior de la aeronave es más segura, los pasajeros que viajan en los asientos cercanos a la cola del avión, tienen alrededor de 40% más probabilidad de sobrevivir a un accidente, que los pasajeros que viajan en los asientos cercanos a la cabina de mando.

El estudio depende de las estadísticas que se obtuvieron de más de 36 años de datos de los archivos de la Junta Nacional de Seguridad del Transporte. Los archivos revelaron que en muchos accidentes, los pasajeros que viajaban en los asientos posteriores de la aeronave sobrevivieron, mientras que aquellos que se encontraban en los asientos anteriores perecieron. En las estadísticas que se recopilaron a lo largo del estudio, se encontró que los pasajeros que ocuparon los asientos que se localizan detrás de las alas, en la cabina trasera, tuvieron una tasa de sobrevivencia promedio de 69 %. Los que se encontraban en los asientos cercanos a las alas y en la sección de asientos-cama, justo delante de las mismas, tuvieron una tasa de sobrevivencia promedio de 56%. Los asientos que ocupan 15% del frente del avión — que muchas aeronaves tienen destinados a la clase ejecutiva o primera clase— tuvieron una tasa de sobrevivencia promedio de 49%.

A pesar de los hallazgos, los expertos se apresuran a señalar que no es imprescindible desplazarse hacia la parte trasera y renunciar a los privilegios de volar en primera clase. La probabilidad estadística de un accidente aéreo es poca. Éste continúa siendo uno de los medios de transporte más seguro, con tan sólo pocos accidentes aéreos graves al año. A diferencia de los accidentes automovilísticos fatales, que suceden en este país con una frecuencia de pocos segundos. Es mucho más probable, que la persona promedio resulte gravemente herida o que muera en un accidente automovilístico que en un accidente aéreo.

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